AMD y el futuro de la tecnología en su apuesta por el bajo consumo energético. 

Los grandes avances tecnológicos realizados en años recientes han sido una consecuencia directa de la
evolución de la sociedad. Con la explosión de la informática y sus beneficios para las empresas, la
educación, la investigación, la sanidad y otros sectores, no es extraño que la huella energética y
medioambiental de este sector también haya crecido de forma exponencial.
Se estima que para 2025, la cantidad de dispositivos conectados será casi cinco veces mayor que la
población de la Tierra, lo que indica un innegable aumento en la demanda de energía. Entonces, para
cumplir la promesa de una sociedad capacitada para la informática, ahora existe una fuerte voluntad
ambiental para perseguir la eficiencia tecnológica desde el punto de vista energético.
Según la Agencia Internacional de la Energía, la eficiencia energética es el primer combustible del
mundo. Del mismo modo, la Alianza para el Ahorro de Energía afirmó que esta es una de las
herramientas más importantes para evitar el cambio climático mediante la reducción del uso de
combustibles fósiles, y aunque por sí sola no puede hacer frente al cambio climático, es una parte
importante de la solución.
Esto ha llevado a los fabricantes de tecnología a pensar una nueva generación de productos que
disminuyan el consumo energético sin sacrificar el rendimiento de estos sistemas. El mundo de los
microprocesadores no es ajeno a esta tendencia, y compañías como AMD han establecido un enfoque
que permite reducir la huella de carbono, optimizar la utilización de recursos económicos y ambientales,
así como la duración real de la batería y continuar ofrecimiento un rendimiento superior en los
dispositivos móviles.
En 2014, la compañía estableció una meta audaz de ofrecer al menos x25 más eficiencia energética para
el año 2020 en sus procesadores móviles, que combinan potentes núcleos de computación y gráficos en
un solo chip. Esta meta fue superada, logrando entregar x31,7 más eficiencia energética en sus
componentes.
Este progreso demuestra un ritmo que sobrepasa con creces las tasas históricas de crecimiento en los
máximos topes de eficiencia energética, todo a través de mejoras en el rendimiento y la rápida
reducción en el uso típico de la energía de los procesadores.
Además de los beneficios de un mayor rendimiento, es importante destacar que las ganancias de
eficiencia ayudan a prolongar la vida útil de la batería, permitiendo así el desarrollo de dispositivos más
pequeños y con menos materiales, limitando a su vez el impacto medioambiental global que significa un
mayor número de dispositivos de computación.
Desde hace años, AMD está trazando un camino importante para avanzar en la eficiencia energética de
las aplicaciones informáticas aceleradas; la compañía estableció un objetivo de reducción de emisiones
de gases de efecto invernadero (GEI) basado en la ciencia para sus operaciones (alineado con un
escenario de 1,5 grados Celsius); y trabaja constantemente con los proveedores para aumentar el uso
eficiente de los recursos y la energía renovable.

Aprovechando el impulso de 25×20, la compañía estableció un objetivo para 2025: multiplicar por 30 la
eficiencia energética de los procesadores y aceleradores de AMD que alimentan los servidores para la
formación de inteligencia artificial y la informática de alto rendimiento.
Se necesita una respuesta global inmediata y significativa para hacer frente a la crisis climática. El sector
tecnológico desempeña un papel fundamental al maximizar la eficiencia energética de los productos y
permitir soluciones que ofrezcan oportunidades de reducción de energía y de emisiones de GEI para
todos los sectores de la sociedad. Por eso, AMD se especializa en desarrollar tecnología de
semiconductores que hace posible el futuro a través de una nueva generación de productos, que
beneficie tanto a la sociedad como al planeta.

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